Prueba de Fuego

21 07 2011

La relación no está funcionando. Añorás otros tiempos que ya no consiguen revivir y entonces dudás: seguir o terminar. Te pones a pensar si la pareja está atravesando una crisis o si realmente ha llegado el triste final. No se trata de rendirse antes de tiempo, pero tampoco de forzar el vínculo.

A continuación, un glosario de 8 razones que pueden ser causal de “separación” pero que también pueden ser la puerta hacia una nueva oportunidad:

– Las peleas: Una discusión esporádica no es razón suficiente para acabar con la relación, es más, puede ser una chance para trabajar en ella. Incluso es la ocasión perfecta para poner fin a las diferencias y llevar la relación a un nivel superior. No te desmorones en silencio y cierres la puerta cuando no piensan igual. La discusión puede ser una buena excusa para conocer a tu pareja.

– Los gustos: Si prefieres el azúcar, él es de los que endulzan con sacarina. Eres salidora, él, hogareño. Es cierto, son diferentes en muchas cosas, pero eso puede no ser un problema. Mientras tengan suficientes valores en común y vean el mundo desde el mismo prisma, hay que seguir con la relación. Es más, si tu pareja tiene gustos diferentes a los tuyos hasta pueden enriquecer la relación con nuevas ideas que no conocías.

– El coqueteo: Quién dijo que ya no pueden sentirse atraídos por otras personas. En el día a día seguramente nos encontraremos con personas atractivas. Solo se trata de confiar en que ante la “tentación” prevalecerá el respeto y el amor.

– El trabajo: Que su carrera profesional le demanda demasiado tiempo, y que tu pareja nunca te tenga entre sus prioridades, no es razón suficiente para tirar todo por la borda. Solo se trata de conversarlo, de analizar cómo se siente con esta situación. Si su deseo es dejar de postergarte por el trabajo, hay que acompañarse en el cambio. Ayudarse para que se reencuentren con los otros buenos espacios de la vida, como son los amigos y el amor.

– Los ex: Si en el pasado has tenido malas experiencias con tus anteriores parejas  no significa que la próxima relación vaya a ser igual. No te derrumbes, trata de ser optimista. Hay que aprender de las experiencias anteriores y ponerlo en práctica en la siguiente relación. No olvides que tu nueva pareja es diferente. Solo debes arriesgarte a conocerlo.

– La independencia: Tal vez no te agrade que salga con sus amigos frecuentemente o que exprese su opinión libremente. Puedes tomarlo como que no le gusta estar contigo o como que también necesita su espacio y no estar constantemente a tu lado,  y que eso no es sinónimo de que no te quiere. ¡No es más divertido reencontrarse con alguien que tiene un montón de cosas para contarte que con una persona que solo vive a partir de tu vida!

– El drama:  Hay otras formas, además de la discusión, para que le inyecten vértigo a la relación. . Dejen de buscar tres pies al gato e intenten ser más lógicos y no dramatizar, no exagerar tanto.

– Los otros problemas: El amor no es “la” solución para todo.  La pareja puede ser un gran apoyo, pero inevitablemente cada cual será la única responsable de su propia vida y sus decisiones. Por lo tanto, es imposible sonreír y estar siempre de buen humor. Aunque habrá que esforzarse para resolver los conflictos sin trasladarlos siempre a la relación.

Y antes de decidir romper, tomate un tiempo para analizar  la situación y averiguar si realmente tienen un problema. O si están atravesando una crisis que se puede superar con diálogo y caricias.

Por: Adriana Blanguer





¿Cuanto dura el amor?

23 05 2011

El enamoramiento dura tan sólo tres meses porque el cuerpo no puede soportar tanta carga de feniletilamina.

Después de esos tres meses la descarga de feniletilamina baja y nuestro príncipe resulta ser un humilde ser humano quizá más corriente que común; pero si nos agrada y compaginamos, la relación continúa con grandes posibilidades de encaminarse al amor. Si es así, el noviazgo termina en matrimonio y la pasión se desata en los próximos cuatro años y fin del cuento. Es decir, el matrimonio, llegado este tiempo, tiene grandes posibilidades de terminar.

Se asegura que la madre naturaleza ha dispuesto que todo ser humano (hombre o mujer) abandone el nido en pos de un nuevo amor cada vez que nos dé esa especie de comezón, porque a la relación en la que estamos le falta chispa, es decir, pasión. Y este sentimiento quizá sea porque nuestro destino no sea la monogamia.
índice de divorcios: la mayoría se dan alrededor de los cuatro años. En algunos casos, la llegada de los hijos puede alargar un poco más la vida de ese matrimonio pero, tarde o temprano, se acaba.

Es cierto, hay parejas que duran toda la vida y aunque las telenovelas se han encargado de idealizar el matrimonio y que la pasión dura para siempre, la realidad es otra. Por eso, cuando una pareja ve que su relación ya no tiene la ebullición de los primeros años, cada quien por su lado: así de fácil.

La pasión no termina, se asienta, pero si la pareja se ha encargado y preocupado por mantener, además de la pasión, el compañerismo, actividades en común, sueños mutuos, aspiraciones compartidas, ¡claro que puede durar “hasta que la muerte los separe”!.

En ellos habrá surgido el arraigo, la seguridad en el compañero, la fidelidad, el saber que uno tiene al otro, la honestidad. Y estos matrimonios no terminan tan fácilmente.

Pero si sólo fue la pasión lo que los llevó a casarse y jamás se preocuparon por alimentar la amistad mutua, muerta la pasión se darán cuenta de que no tienen un proyecto de vida juntos… y fue sólo un placer conocerse.

Es alrededor de los cuatro años cuando los primeros brotes de infidelidad surgen. Es decir, concluimos que fue la madre naturaleza la que asentó la poligamia y la infidelidad, quizá por la misma necesidad que había de poblar el mundo. Si él o la mujer era infértil, la pareja no podía quedarse con ella toda la vida, tenía que salir y buscar con quién hacer hijos. Por eso, tanto el hombre como la mujer, dicen los científicos, son infieles por naturaleza.

Lo que sucede es que al hombre se le permitió esa infidelidad, mientras la mujer tuvo que reprimir su propia naturaleza. Eso debido, como dijimos ya, a que el hombre tenía que estar seguro de su herencia. La mujer sabe que los hijos son suyos, el hombre sólo cuenta con la confianza que tiene a su mujer.

Y así, la mujer fue sometida a la fidelidad y se le dejó en un rincón, a fuerza de golpes, para que criara a los hijos y atendiera al esposo. Y durante siglos fue su cruz, pero hoy, con su liberación, con su propia capacidad para solventar sus gastos y la de sus hijos, la mujer no está dispuesta a soportar nada. O su esposo le llena sus necesidades emotivas, sexuales, económicas y sociales o lo deja, y esto es alrededor de los cuatro años.

Tomado de: http://www.deamorysexo.com.mx/2011/04/%C2%BFcuanto-dura-el-amor/




La destrucción del amor

1 08 2010

Un amor incondicional busca el bien del otro de manera desinteresada

Revizando la red me encontre con un texto, muy interante, que aborda la tematica del divorcio y el desamor en España; sin embargo creo que es un tema simplemente universal, el cual a continuación cito.

El matrimonio está en crisis. Se casan menos, se rompe el ritmo hiperlumínico y a cara de perro, porque también crecen los divorcios contenciosos. La nueva ley del divorcio, que ha convertido el contrato matrimonial en nada, ha fracasado en lo que era su finalidad anunciada: conseguir que el proceso de divorcio fuera menos conflictivo.

¿De dónde surge este problema en torno al matrimonio que a tantos parece contagiar? De toda la variedad de respuestas posibles una es decisiva. Se produce porque estamos ante la crisis del amor.

Uno de los vicerrectores la Universitat Abat Oliba, el Dr. Marcin Kazmierczak, tiene un texto breve e interesante. Se llama El Amor en la Literatura, que proporciona un instrumento para interpretar las causas primarias del gran número de rupturas matrimoniales. El relato explica tres tipos de amor.

Uno, el hedonista, cuyo motor es el placer, sobre todo sexual, donde la realización entendida sólo como la satisfacción inmediata del propio deseo resulta una práctica egocéntrica, demoledora de toda relación estable. Constituye una vía segura a la soledad, que hace al individuo más dependiente del Estado y más débil la sociedad.

Un segundo tipo posee el oropel del amor romántico, donde sólo juega la afectividad, marginando toda razón que permita construir una relación estable. Sólo perdura cuando no se realiza y no debe afrontar el desgaste cotidiano de la vida en común. El hedonista y el romántico comparten semejanzas. La más destacada es la satisfacción del propio deseo sin reparar en las consecuencias sobre el otro. Quizás por eso, Charles Taylor sitúa al romanticismo como una de las componentes del hedonismo expresivo, que culmina en la sociedad desvinculada que tantos males nos produce.

Una tercera forma de amar nace del don, de la entrega. Citando a Thomas More, Kazmierczak lo define como un amor incondicional que busca el bien del otro de manera desinteresada. Valora lo sexual y lo afectivo como componentes importantes, pero no los absolutiza. Utiliza la virtud y la recta razón para construir una felicidad estable, consciente de que una relación de entrega exigirá paciencia, capacidad de perdón y humildad para ser perdonado. «Es paciente, bondadoso, no es presumido, ni orgulloso. No es grosero, ni egoísta, no se irrita, nunca se venga. No se alegra con la mentira, y si en la verdad. Todo lo excusa, lo espera, lo soporta». Así definió el amor Pablo de Tarso en el año 58. Sigue siendo cierto. Este es el vinculo fundante de todos los bienes, y su destrucción la consecuencia mas dañina de lo que la cultura de la desvinculación está haciendo contra nosotros.

Fuente: forumlibertas.com
Autor: ForumLibertas